Por Luz Coello
En medio de la pandemia mundial por Covid 19, el cierre de espacios públicos y el miedo al contacto con “el otro” fueron algunos de los problemas que se presentaron a las artes escénicas, contrario a otras actividades que parecieron adaptarse fácilmente. Para el teatro no fue así, la nueva normalidad puso en duda las técnicas tradicionales y el papel del arte frente a la pandemia.
Amanda Schmelz, actriz de la Compañía Nacional de Teatro, habló a Politikón News sobre cómo hacer teatro en tiempos de pandemia, subir a un barco y encontrarse con su propia isla desconocida.
Mujeres decididas e insistentes que lavan y remiendan sus propios calzones es una obra digital que se estrenó en junio de 2020 en la plataforma YouTube, por el canal de Teatro UNAM; en ella cuentan la historia de unas mujeres empoderadas que emprenden una aventura en búsqueda de la isla desconocida. Es la adaptación del cuento de La Isla Desconocida, de José Saramago.
La idea del barco, narra la actriz, surgió a partir de un teatrino que rescató de la casa de su madre, con la inquietud y necesidad de crear algo durante el encierro empezó a diseñarlo a partir de las herramientas que tenía en casa. “Para mí fue muy importante al principio de la cuarentena, porque fue un objetivo muy claro con el que me levantaba y con lo último que me dormía todos los días sin tener que hablar demasiado o definir lo que iba a pasar. La creatividad y el arte son un barco que nos va a llevar hacia el otro puerto, que nos va a sacar de esto, es la manera de sublimar”, considera.
El reto principal al que se enfrentaron, dice, fue la distancia y las herramientas con las que contaban para hacer la obra, además de la falta de público. Llegaron al cuestionamiento de cómo hacer teatro si no es teatro sin público.
“En términos evidentes, no es teatro, nada que no sea presencial es teatro. Porque el teatro es un suceso estando en el teatro y en el encuentro con el público, si no es otra cosa, porque siempre el teatro requiere de lo presencial es casi parte fundamental de su esencia”, explica.
Tras un acuerdo común y con la dirección de Valentina Sierra, decidieron que cada actriz usaría su propio estilo de actuación, con sus medios diseñaría su vestuario y los escenarios de su hogar tomando en cuenta que la “otra” estaría ahí. Llevaron el teatro a la intimidad del hogar, entre las batallas por mantener la concentración, grabar en el momento que el camión de las verduras no pasara o esperando que los vecinos dejaran de fisgonear y burlarse por cada diálogo que escuchaban.
Amanda resalta que el teatro requiere de un espacio para dejar fuera la realidad y dar paso a la ficción. “Estamos acostumbradas a trabajar en espacios privados que tienen un cobijo para construir las ficciones. Y estas realidades ficticias que armamos son con un cuidado extremo, con todas las condiciones para que el mundo exterior se quede afuera. Aquí había que construir esos espacios de ficción y concentración en medio del afuera”.
En medio del mundo real tuvieron que ser su propio salón de ensayo, espacio de trabajo ser “mi escenario”, “mi jardín interior”, donde aquello que existía ya no era eso y se transformó en una realidad alterna que las llevó a otro lugar que ya no era su hogar. Dos semanas intensas de trabajo, Amanda las define como una experiencia agradable y entretenida que la retó a nuevas fórmulas de hacer teatro. Algunas tomas tuvieron que ser regrabadas por no tener el “tono” adecuado o no cumplir con la naturalidad de la historia.
Los ensayos de una obra permiten que los actores conozcan la historia en su totalidad y sepan complementar sus personajes, pero frente a una cámara no existe esa reciprocidad, ninguna conocía cómo iba a terminar la historia hasta que vieron avances del video y la presentación final. “Fue una sorpresa hermosa encontrarnos comunicándonos entre nosotras gracias a la edición maravillosa que hicieron nuestros compañeros”.
De la experiencia, Amanda Schmelz rescata su satisfacción de verse hablando con sus compañeras, compartió que en el teatro no existen casualidades, “ninguna obra o personaje llega porque sí”. La mujer que interpretó compartía emociones que ella misma experimentaba en su vida real. “Para mí, en ese momento lo que mi personaje está diciendo y por lo que atraviesa y viene a entender, en ese momento de mi vida, era lo que necesitaba también, la magia del teatro ahí estuvo”.
Historias del té, la propuesta del nuevo teatro
Conforme el tiempo pasó y la cuarentena se alargaba más, Amanda relata que probó las nuevas “propuestas teatrales” en línea, contó algunos cuentos, aprendió a usar plataformas de video, pero a pesar de todo ello, considera que no fue teatro y su encuentro nuevamente con el público la hizo descubrir la esencia que sólo existe ahí.
“El teatro es con el público y lo que sucede ahí, sucede ahí”.
En octubre, la Compañía Nacional de Teatro presentó un proyecto particular titulado Historias del té, en el Teatro El Galeón, donde sólo 45 espectadores por función conformaron el público. El encuentro tocó historias de mujeres contadas desde un monólogo. Para presentarla tuvieron que dividir a los asistentes en tres módulos de 15 personas y a su vez en submódulos de 5 personas. La dinámica de trabajo tras el escenario cambió, en camerinos los artistas debían vestirse y maquillarse solos. Tenían que colgar su ropa al revés para indicar que estaba usado y pudiera ser desinfectado. Los protocolos de limpieza fueron aún más estrictos para que todos los asistentes tuvieran la confianza de estar ahí.
Cómo continuar desde el teatro frente a los retos sociales
Los estilos de hacer teatro han ido cambiando conforme el tiempo avanza, la nueva tecnología y las nuevas propuestas teatrales han transformado las particularidades del teatro. Frente al Covid-19, la batalla por conservar el imaginario de que en el teatro todo es posible, Amanda define que durante este tiempo defendió ese ideal, “el teatro es la posibilidad infinita de crear mundos distintos, me surgió la necesidad de hacer eso, ¿cómo visitar mundos sin salir de casa?, tuve que aprender cosas que no había imaginado, como editar, posicionar una cámara, actuar frente a ella”.
La actriz confirma que el teatro te prepara cualquier cosa y nunca se deja de aprender. En una introspección de cuando inició su carrera y el momento actual en que se encuentra jamás imaginó las variantes de este arte. Según ella, para continuar, una debe zarpar con su propio barco y buscar un puerto al cual arribar, salir de un lugar.
“Te vuelves marinero, y a cada quién, como en el teatro, le toca hacer lo que le toca hacer, para que este viaje pueda suceder, para que ese barco pueda estar a flote [...] El puerto de llegada se veía en el horizonte, llega un momento en el que naufragas o encuentras el sentido y las herramientas para continuar el viaje”.
La actriz espera que para el segundo semestre del año puedan empezar a retomar sus espacios teatrales, tiene la esperanza de que la Compañía retomará Historias de té para una segunda temporada. “No tengo ninguna certeza, lo único que sé es que hay una responsabilidad personal para conmigo misma, para mi gente, para con la Compañía Nacional, para el público y el teatro en general de prepararme y enriquecerme para salir con un jardín interior bien construido con amor. Teniendo en cuenta que esta relación que tienes contigo misma refleja las relaciones que puedas tener hacia afuera y hacia tu trabajo y hacia el mundo entero”.
Mujeres decididas e insistentes que lavan y remiendas sus propios calzones, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=Z-rmpMIu860&t=455s
Epidemia de Cuentos: En cuarentena / Compañía Nacional de Teatro, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=BWc_nq8PGLE&t=256s
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