Por Alberto García Ramos
El 20 de noviembre es un día emblemático en la historia de México porque se celebra el inicio de la Revolución Mexicana, la cual dio paso a la composición moderna del sistema político de este país. Sin embargo, también es una fecha importante para uno de los símbolos más vistosos de la Universidad Nacional Autónoma de México, su estadio olímpico.
Un día como hoy, pero de 1952, el Estadio Olímpico Universitario, actual casa de los Pumas de fútbol soccer y de fútbol americano, abrió sus puertas tras dos años de construcción en la zona del Pedregal, en el sur de la Ciudad de México.
A lo largo de 68 años, el inmueble ha albergado innumerables cotejos de las disciplinas ya mencionadas, así como eventos de atletismo, aunque también ha fungido como albergue de víveres tras los sismos de septiembre de 2017 y más recientemente fue una de las sedes del examen de admisión a la Máxima Casa de Estudios.
El Estadio Olímpico Universitario fue inaugurado en 1952 en presencia del presidente de México, Miguel Alemán Valdés, así como del rector en turno de la Universidad, Luis Garrido, con motivo de los Segundos Juegos Nacionales Juveniles.
Días después de la apertura oficial, el inmueble albergó su primer evento masivo, el clásico estudiantil de fútbol americano entre los Pumas de la UNAM y los Burros Blancos del Instituto Politécnico Nacional, partido que terminó en una victoria 20-19 en favor de los auriazules, ante un Estadio con más de 70 mil personas en las tribunas, la capacidad máxima del recinto.
Durante las siguientes casi siete décadas, el Estadio Olímpico Universitario ha sido sede de eventos deportivos de reconocimiento mundial. En 1954, albergó los VII Juegos Centroamericanos y del Caribe; un año después, los Juegos Panamericanos y en 1956 el II Campeonato Panamericano de Fútbol.
Por supuesto, fue el recinto principal para los Juegos Olímpicos de México 1968. En el Estadio se realizaron las ceremonias tanto de apertura como de cierre, así como las competencias de atletismo, uno de los deportes más atractivos de la justa olímpica.
Las imágenes de Tommie Smith y John Carlos, corredores norteamericanos medallistas de la prueba de 200 metros planos, levantando el puño al ser premiados en señal de protesta contra el racismo en los Estados Unidos fueron sumamente simbólicas para el movimiento “Black Power”, y acontecieron en el Olímpico 68.
En 1986, el Estadio fue la locación para cuatro partidos de la Copa Mundial de Fútbol, la segunda realizada en territorio mexicano. Entre las selecciones que corrieron en el césped del Olímpico están las de Argentina, eventual campeón del torneo, Francia e Italia, éstas últimas dos compitiendo en Octavos de Final, una victoria 2-0 para los galos.
El Estadio Olímpico Universitario no sólo representa historia en el ámbito deportivo, también en el cultural. En la pared más próxima a la Avenida de los Insurgentes Sur, se erige la esculto-pintura “La Universidad, la Familia Mexicana, la Paz y la Juventud Deportista”, obra del muralista mexicano reconocido mundialmente, Diego Rivera, y la cual retrata el escudo de la UNAM, con un cóndor y un águila real postrados sobre un nopal.
En 2007, el Estadio, junto con el resto del campus central de Ciudad Universitaria, fue reconocido como Patrimonio Cultural de la Humanidad, distinción otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).
Sea en sábados de fútbol americano o domingos de balompié, de las gradas del Olímpico 68 retumbará el himno de la Universidad, culminando con el tradicional “¡México, Pumas, Universidad! ¡Goya, goya, cachún cachún, rá, rá, cachún, cachún, rá, rá! ¡Goya, Universidad!
A más de medio siglo de su apertura, el Estadio Olímpico Universitario todavía es uno de los recintos deportivos más importantes a nivel nacional y también es una de las obras más representativas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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